En la profundidad de las montañas donde el clima es más áspero y difícil, existen gigantes que sobreviven a tales condiciones aun las tormentas mas feroces no los mueven ni intimidan ellos crecen juntos formando una unidad, sus amplias popas sirven para protegerse de la nieve su corteza es fuerte como acero, sus raíces se aferran a la tierra como cuando un hijo se abraza a su madre, los abetos nunca sucumben son vencedores de los pronósticos más razonables, nunca se secan siempre rebosan de vida sus hojas siempre son verdes o marrón claro durante todo el año, muestran con orgullo que son gigantes que vencen las pruebas más extremas de la naturaleza.
Los hijos de Dios vivimos en un mundo gobernado por Satanás, que envía sus tormentas de tentación para debilitar los corazones esforzados, y aprisionar a los que viven en pecado, aquellos que son tomados por sorpresa son arrastrados bajo la autoridad del maligno, repentinamente viene la destrucción y solo queda los recuerdos de pasados olvidados, el desierto cubre donde y el pecado devora los últimos síntomas vida, pero como hijos de el altísimo debemos aferrarnos a él, como aquellos abetos que son vencedores resintiendo toda situación que se presenta, nuestra fortaleza es Jesús en nuestra vida, tenemos la sangre que el cordero de Dios derramo en el calvario, seamos firmes, caminando en este mundo llevando su precioso evangelio de esperanza como una fuente de vida sembrando los campos secos para que a su tiempo recojamos fruto, arrancando de las garras del diablo las vidas de los hombres encadenados por el pecado, pregonando su camino de vida unánimes vivamos como un solo cuerpo, una fe, un bautismo, una esperanza que es en Cristo Jesús. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:4
La necesidad es permanecer en santidad y ni aun los ataques mas feroces del enemigo harán rasguño alguno a nuestro escudo de la fe, y con autoridad podamos defendernos con la espada que es su palabra, rebose de frondosas bendiciones nuestros corazones llevando el baluarte de cual precioso tesoro nos ha dado el redentor; la redención y el testimonio vivo de que él es el autor y consumador de nuestra nueva esperanza que yace en su sangre preciosa que nos compro con su sangre en la cruz del calvario.
Aferrémonos a Jesús cada día de nuestras vidas con amor pasión y como aquellos abetos que se aferran a vivir y ser sobrevivientes.
Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros. Saludaos unos a otros con ósculo santo. Todos los santos os saludan. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
2 Corintios 13: 11-14